Todos formamos parte de algo que nos involucra

Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros, es una de las frases que nos legó Jean Paul Sartre.  Y es así hasta el momento en el que nos hacemos responsables de nosotros mismos porque entonces elegimos lo que queremos ser. Somos herederos de lo que está impreso en nuestro inconsciente, partes de la historia psíquica de generaciones anteriores, restos de historias, traumas, adicciones u otras afecciones, que no han podido ser simbolizadas o elaboradas, que guardan relación con experiencias traumáticas, vergüenzas o culpas calladas u ocultadas de generaciones precedentes. Bien sea de padres a hijos (transmisión intergeneracional), o transgeneracional, cuando hay más de dos generaciones involucradas.

Los padres van transmitiendo y reproduciendo los estilos de interacción entre padres e hijos en el día a día que ellos tuvieron con sus padres y hermanos. Es un proceso gradual e inevitable que se va dando dentro del ámbito familiar. Cuando alguien nos trató mal, seguramente también fue maltratado. Venimos de otros y cargamos con lo que nuestros ancestros nos han traspasado. Por eso en la edad infantil, cuando nos ocurren cosas terribles y no tenemos cerca a un adulto que nos ayude, nos calme y nos proteja, desarrollamos partes heridas que en la edad adulta ni siquiera sabemos que están ahí. Son partes que quedan congeladas en nuestro inconsciente y que es necesario acceder para con los recursos necesarios colocar la responsabilidad en las personas de alrededor, en lugar del propio niño. 

El principal y más importante elemento de transmisión en la familia se da en el ámbito emocional, donde los padres cubren las necesidades afectivas de los hijos proyectando su vida hacia un futuro en el que todos los miembros familiares dentro del sistema toman alguna ventaja que cubra sus propias necesidades emocionales. Según haya sido el modelo afectivo de crianza, las necesidades emocionales puestas en la elección de pareja o de relaciones psicoafectivas estarán marcadas por la necesidad de seleccionar a alguien que las cubrirá. Es por eso, que cuando nos enamoramos lo hacemos de aquellas personas que tienen un rasgo con el que nos hemos identificado, que hemos heredado, características que nos van a permitir reproducir, eliminar o vivenciar nuestras necesidades emocionales.

El análisis intergeneracional es de gran importancia para analizar las interacciones con la familia de origen cuando existen problemas de interrelación social o de pareja. Pues todos formamos parte de algo que nos involucra sin nuestro consentimiento con nuestros antepasados. Por tanto nuestro reto será proyectar nuestro futuro viviendo nuestras propias experiencias al mismo tiempo que luchamos con cuestiones familiares que no han sido resueltas y son fuente de problemas para nuestra psique.

Para curarnos debemos ser capaces de acceder y contemplar nuestras historias no procesadas, desde el lenguaje, desde la manifestación de nuestros cuerpos, desde los detalles, desde ese dolor invisible que necesita ser expresado y escuchado. Y para ello uno de los elementos clave es la actitud y las acciones que pongamos en marcha para comprender y aceptar con una mirada compasiva asumiendo la responsabilidad que nos ocupa en lo que nos pasa. En este proceso las emociones tienen un papel importante que hay que aceptar porque son la respuesta a lo que nos está ocurriendo, y hay que darles un espacio, huyendo de aquellas emociones que nos impiden resolver el problema como aquellas mejor toleradas por el entorno. 


Imagen: Rosa Rosado

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