Estrés emocional, trauma y enfermedad

Para Luis Chiozza, médico psicoanalista argentino, autor de varias obras publicadas sobre el por qué enfermamos los seres humanos, el hombre es un ser psicosomático.  Los estados emocionales por los que pasamos en nuestras vidas, tienen consecuencias a nivel de nuestro estado de salud. Cuando nos ponemos enfermos lo hacemos siempre en cuerpo y alma.

No es nada nuevo la relación que se establece entre el corazón y el sentimiento, o entre la angustia o el miedo y el estómago, el cerebro y el pensamiento o el hígado o la acción o esfuerzo. Está claro que las emociones alteran nuestro estado de ánimo y estos cambios tienen consecuencias a nivel somático.  Es necesario un equilibrio entre lo que queremos (corazón), lo que podemos (hígado=esfuerzo) y lo que debemos (cerebro) para no enfermar.

Pero no siempre es posible lograr ese equilibrio tan necesario para no enfermar porque solo somos con otros, porque conjugar lo que queremos con lo que podemos ya es harto complicado, pero además incluir lo que debemos requiere la implicación de nuestra mente, de nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Las emociones, los hechos y las ideas que transmitimos y recibimos provienen de las personas que nos rodean. Y es que el interés en la vida solo puede ser siendo con otros.

Una de las enfermedades «de moda» que se vincula a las emociones y que algunos pacientes que han pasado por situaciones emocionalmente estresantes, sería el cáncer, aunque algunas fuentes señalen que no está probado científicamente. Las alteraciones a nivel emocional pueden tener como consecuencia problemas que afectan a la salud de manera grave.

Según Luis Chiozza, se ha comenzado a insistir, desde este ángulo, en que los disgustos, el estrés, los traumas psíquicos o el atravesar un difícil proceso de duelo deben ser tenidos en cuenta como un factor importante que puede culminar en la eclosión de un cáncer e influir en la forma que evoluciona.

La aparición de esta enfermedad (el cáncer) no se produce inmediatamente tras un trauma ya que el cáncer se compone de un conjunto de células que se multiplican de manera incontrolada y en lugares donde no deberían hacerlo, desobedeciendo así las restricciones impuestas por el organismo pluricelular al que pertenecen. Y este proceso puede durar meses, incluso algunos años. Comienza con la mutación de una sola célula aunque luego se desarrollen otras etapas que adquieran más mutaciones, que pueden tener su ruta desde dentro pero también desde fuera, por factores epigenéticos.

Conocer la verdad de lo que nos sucede para entender y poder aceptarlo es un paso en el camino hacia una nueva etapa para evitar el desequilibrio entre lo que queremos, lo que podemos y lo que debemos y no volver a enfermar. Se puede empezar por elaborar el proceso de duelo, tras una pérdida, sea cual sea el caso, que incluya la negociación, la negación, el enojo, la pena o la aceptación, y dar paso a nuevos intereses y relaciones como fin del proceso. Emprender un camino de curación del alma para evitar que el cuerpo enferme.

La intervención psicológica a pacientes que han pasado por un cáncer, y a sus familiares, según los resultados obtenidos por el Observatorio del cáncer de la AECC, en su informe, cuyas cifras revelan que la intervención psicológica es la más solicitada en aquellas fases de la enfermedad donde se producen los cambios más significativos (altos niveles de distraes y deterioro de la calidad de vida), tiene un sustancial efecto beneficioso.

Imagen: Foto tomada en el Museo Victoria & Albert Museum de Londres.


 

 

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