Triangulo dramático de las relaciones (Karpman)

En todas las relaciones humanas adoptar diferentes roles en distintos momentos, como ayudar y dejarse ayudar, apoyar y sentirse apoyado, cuidar y desear que nos cuiden, no solo es fundamental para una vida social sana, sino que evita caer en lo patológico tanto para uno mismo como en la interacción con el otro. La asunción de roles se da en todos los ámbitos de la sociedad donde hay interacción con el otro, desde la escuela, la familia, la pareja o los amigos. 

La mayoría de nuestros conflictos interpersonales son el resultado de un proceso inconsciente que nos lleva a adoptar algunos roles conflictivos y por tanto disfuncionales y destructivos. Los roles de acuerdo al llamado triángulo dramático de Karpman, en honor a su teórico, son el perseguidor, el salvador y la víctima. Estos juegos psicológicos impiden desarrollar autonomía y por tanto refuerzan la dependencia. Son intentos equivocados de recibir afecto cuando lo que se obtiene casi siempre son interacciones negativas. 

¿A qué se juega cuando se adopta el rol de PERSEGUIDOR en los juegos psicológicos? En estos casos el perseguidor percibe al otro como inferior y trata de “pillar al otro”, ejerciendo el control y proyectando una imagen de perfección. En su deseo está el que los otros le hagan caso y manipula para que se cumplan sus reglas. El perseguidor tiene enfrente a una persona huidiza y el juego se remite a acercarse cuando el otro se aleja y alejarse cuando el otro se acerca. Podría estar relacionado con un apego inseguro en la infancia. Cuando se ha aprendido a vivir desde el miedo al abandono y a complacer para que te quieran.

En el caso del rol de SALVADOR, éste también ve al otro como inferior e indefenso. Siente una necesidad de ser útil y valioso para los demás, aunque estos no se lo hayan pedido, lo que a veces provoca un desgaste que le lleva a sentirse utilizado y frustrado. Este rol esconde carencias de etapas anteriores de su desarrollo y es desde la escasez y no desde la plenitud que se muestra salvador de los demás. Y ocurre que el salvador acabará por perseguir al salvado, convirtiéndose así mismo en PERSEGUIDOR. Siempre que hay un salvador, del otro lado, hay un salvado. Y estas son personas dependientes, con baja autoestima y poca seguridad en sí mismas. Personas que necesitan contar a su lado con alguien que les ayude en todo, porque ellas no tienen el poder de cambiar su situación.  En una relación sana, de simetría, nadie salva a nadie.

El rol de VÍCTIMA provoca miedo en el salvador y culpa en el perseguidor. La víctima frente a un salvador, se deja sobreproteger y se ve incapaz de cualquier recurso frente a un problema. Y frente a un perseguidor, se hace más pequeña. De manera inconsciente, la víctima goza de su propio dolor y lo utiliza, esforzándose por mantenerse en ese estado. Aunque en la apariencia de debilidad, la víctima psicológica, acaba persiguiendo o yéndose al rol de salvador, y otras veces, acaban por refugiarse en la fantasía o en las adicciones. Es interesante echar un vistazo al pasado y ver cómo fue la relación de tus padres para entender.

Salir de estos juegos psicológicos implica en el caso del rol de salvador, centrarse más en las propias necesidades y dejar de valorarse en función de hacer que los demás se sientan bien. Si dejas de asumir este rol en la relaciones, además, promueves que los otros descubran por si mismos que es lo que pueden hacer para resolver una situación. Para dejar de ser un perseguidor es necesario hacerse responsable de las propias emociones, asumiendo que una persona no puede tener siempre la razón. Abandonar el rol de víctima implica asumir la responsabilidad que conlleva vivir, haciéndose cargo de lo que vaya surgiendo, afrontando las diferentes situaciones, si es necesario mediante la ayuda de un profesional. 


Imagen: Rosa Rosado

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