La libertad no es sin Otro

Siento la necesidad de anudar la palabra libertad, elección forzada, determinismo….con la palabra responsabilidad subjetiva. Es cierto que cada cual debe tener un margen de libertad para ejercer la responsabilidad, pero muchas veces, nuestras huellas, las huellas del pasado, las parentales, esas que siguen estando presentes y que de alguna manera determinan la historia de cada uno inciden en nuestro destino, pero esas otras, las que vienen del mundo exterior, esos acontecimientos, funcionan con determinación y lo hacen a través del superyó o de la conciencia moral, que hace el papel de mundo exterior para el yo.

Por eso cuando alguien viene a consultar, no sabiendo bien por qué ni con qué demanda, y solo pide estar mejor, ser más feliz, evitar el sufrimiento, es nuestra labor, la de los profesionales, escuchar la demanda para alojar su sufrimiento y desde esa posición de queja saber que también el sujeto tiene algo que ver en el desorden del que se queja. Es preciso establecer las coordenadas de la determinación subjetiva para saber si es posible modificar algo de la posición del sujeto.  Y en esos límites entre la singularidad y las circunstancias sociales a las que nos enfrentamos, no buscar cobijo o nos escondemos bajo el fenómeno social.  Hacernos cargo de lo que nos sucede ya es un vuelco en nuestra posición, un comienzo para el cambio.

Tal vez en nuestro proceso en la búsqueda de un nuevo posicionamiento subjetivo encontremos que las cosas que nos ocurren en la vida podrían perder el peso de ser necesarias, tanto como saber que la libertad no es sin Otro, que todo está afectado por la dimensión de la otredad, que el deseo del Otro condiciona la libertad. Y sin embargo es en ese condicionamiento, que existe un margen que se refiere a la ausencia de respuesta, ausencia en la medida en que el sujeto es faltante,  no responde. Lo que nos lleva a la conclusión de que “sujeto libre” es un imposible y es preciso reconocer a la vez que soportar la determinación ineludible del Otro. Y aunque no podemos rehusar el sorteo que de forma azarosa nos tocó en suerte, podríamos interrogarnos,  “si queremos lo que deseamos…”.

En la responsabilidad moral de todo sujeto se debe distinguir entre “acciones” y simples “impulsos” que son reprimidos antes de que puedan convertirse en actos y que solamente en un proceso de autorreflexión progresiva (en un proceso psicoanalítico) el mismo acto de asumir la responsabilidad por los impulsos inconscientes y por las acciones pasadas y futuras que proceden de nosotros,  a modo de expiación simbólica y restauradora, nacerán de manera natural los deseos de reparar en la realidad el daño producido. Es la única manera de diferenciar la culpa irracional y el remordimiento realista y contribuir de manera eficaz al incremento de la libertad para promover el fortalecimiento de una vida responsable y ética.

Que un sujeto logre hacerse responsable de aquello mismo de lo que se queja, ya predice una vuelta de tuerca en su actitud ante la vida. Puede empezar a situar algo de su responsabilidad y  percibir el peso narcisista de aquello que en su discurso se presenta como queja y reproche.


Imágenes: Rosa Rosado

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