A más química, menos sujeto

Los trastornos del sueño están en primera línea de las consultas médicas o psicológicas. Los problemas de sueño en la actualidad parece que llevan la marca de la sociedad moderna. El ritmo de vida y el estrés continuo al que se está sometido no favorece actividades que supongan un relajamiento. Puede ser un síntoma limitante para la persona que sufre el cansancio todo el día, que genera el hecho de no poder reponerse de la actividad diaria con el sueño.

Al margen de que la edad influye tanto en el tiempo como en la manera en la que dormimos (tipos REM o NO-REM) el sueño, o la falta de sueño, también cambia con síntomas como la ansiedad o un estado de ánimo bajo o depresión. El insomnio es uno de los síntomas asociados a la ansiedad, que puede ser transitorio o puede ser permanente. A veces está asociado también a periodos de duelo o a cambios estresantes en la vida cotidiana.

El tratamiento de la falta de sueño debe ser un trabajo individual en el que se analicen el origen y las causas de los conflictos que están detrás de los trastornos del sueño, en cualquiera de las modalidades, bien se trate de dificultades para iniciar el sueño o una interrupción temprana del mismo. Pero si recurrimos a los fármacos, éstos deberían estar prescritos por un profesional ya que producen dependencia y sus efectos secundarios pueden ser muy perjudiciales. Sin olvidar que el bienestar dura mientras dura el efecto del fármaco, el problema de fondo seguirá estando ahí a menos que hagamos un trabajo personal que nos ayude a encontrar su origen.

Se dice que donde se pone química, se resta sujeto, cuando la medicación se convierte en la panacea de la cura. La angustia, la ansiedad, la culpa, el miedo, la soledad, el duelo, las adicciones…o cualquier otra afección, que nos afecta, incluso la ausencia de felicidad, no se curan con pastillas. Es preciso hacer un trabajo personal, un trabajo de investigación interior, de insight, de un querer saber lo que nos ocurre, de enfrentar la verdad. Por eso inyectar química cuando el sueño no llega, o cuando éste nos despierta en medio de la noche o de madrugada, es una forma de enmascarar el síntoma, ese que nos posibilita buscar la cura, mirando más allá de nuestro consciente, buscando en el inconsciente, ese que nunca duerme y que terminará, si le dejamos, por revelarnos de qué estamos sufriendo.

Y es ahí donde, de nuevo, entra la responsabilidad subjetiva. Parece que este concepto se va diluyendo en el discurso y el sujeto no quiere saber que fue lo que generó el malestar. ¿Estamos verdaderamente dispuestos a aprender a hacernos cargo o seguiremos igual? Esa es también nuestra responsabilidad como sujetos.

Imágenes: Oihana Barato

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