La pareja como sistema familiar 

Aunque hoy las familias se pueden constituir desde la unidad, en este texto, vamos a considerar a la pareja (un padre y una madre, dos madres, dos padres…) como constitutiva de un modelo de familia, en particular. Nos constituimos por tanto, como una unidad (la pareja), un “nosotros” colectivo. Tanto en lo que se refiere a lo genético como a lo psicológico, cada uno en la pareja va a ser único. Y la pareja, como tal, también es única dentro de este sistema familiar.

Como sujetos, sujetados a una realidad, nos constituimos de manera subjetiva en base a esa realidad, cuyas limitaciones están en función de la cultura, de nuestra historia personal y de nuestra biología, y lo hacemos en base a creencias, valores o intereses transmitidos de generación en generación. Por eso interpretamos la vida cotidiana desde distintas ópticas. Se entiende así que lo que para unos, un hecho moral representa algo aberrante, para otras culturas está dentro de la norma. 

Los seres humanos nos vinculamos desde los lazos que hemos desarrollado con nuestro cuidador materno/paterno, cuando nos calma, nos abraza o nos consuela. Y reproducimos estos comportamientos en nuestra relación de pareja, a través de caricias, juegos…

Para elegir pareja o compañero nos centramos en lazos de amor duraderos que puedan superar los conflictos y que duren, poniendo en común el amor, la convivencia, la sexualidad o el deseo de tener hijos. Lo que se espera del otro en la pareja es una satisfacción a corto plazo y reforzar el yo, que nos proporcione la seguridad que necesitamos para que ese amor sea duradero. La idealización o la fabricación del otro de la pareja puede conducir a la desilusión o a la necesidad de entender cómo funcionan los conjuntos estructurales (activos-pasivos; protectores-protegidos; víctimas-verdugos;…) en la pareja como forma de interacción, a menudo estables,  que propicien el funcionamiento de la unidad sistémica. 

Si el enamoramiento tiene como destino la desilusión por una idealización del otro, esto no quiere decir que el amor se ha terminado. Es precisamente desde ese lugar que empezar a construir desde lo que uno en la pareja es, será el primer paso hacia la consolidación de un vínculo afectivo más duradero, jugando cada uno en su deseo, el deseo del otro. 


Imagen: Rosa Rosado

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