Navidad: efectos y afectos

La Navidad es una fiesta con diferentes afectos y efectos para cada uno de nosotros. Y más allá de una cuestión religiosa, lo que parece que sí es, es algo movilizador, en el sentido que nos permite resignificarla, pensarla para aceptarla o rechazarla, abriéndonos a diferentes parámetros tanto en lo tradicional como en el mensaje que transmite y que tal vez nos exceda, ese mensaje que nos genera algo, incluso para los menos “creyentes”, simplemente porque se instala entre nosotros ese espíritu mágico cada año, por Navidad. 

Para unos, la Navidad es un “fiestón”, un placer por aquello de las vacaciones, las luces, la lotería, los adornos navideños, las compras que hacen realidad los sueños o los deseos del otro, o acercarse más a la familia, o por el ambiente mágico de sus calles…o el espíritu Navideño, en definitiva. 

Para algunos otros, ahora en la edad adulta, la Navidad es una mezcla de nostalgia, tristeza y soledad, porque se anhela la pérdida de otra época, como la infancia o la adolescencia donde la magia de aquella Navidad llegaba a provocar sentimientos de ilusión, inocencia, ternura, y también curiosidad. Pero también puede recordarse como una época muy dolorosa por rupturas familiares, un bajo poder adquisitivo de los padres, mudanzas…que al recordarlos nos producen tristeza e incluso nos conduce a la depresión.

En la edad adulta se pierde la sensación de que hay algo mágico porque se hace más presente la ausencia de los que ya no están. Ocurre también que ese bombardeo de imágenes en las que todo el mundo parece feliz (menos yo) puede llegar a entristecer aún más. El hecho que el consumo exagerado de estas fechas produce en aquellos que cuentan con pocos recursos económicos puede resultar en una Navidad aún más dura. Y luego está la gente a la que no le gusta la Navidad, simplemente porque tiene otras preferencias y no todos la experimentan de la misma manera.

Pero también están las fantasías que las empresas, a través de la publicidad, ofrecen para nosotros, que terminamos cediendo al consumismo voraz hasta que nos damos cuenta que eso tampoco era la felicidad, sino tan solo un instante pasajero cuyos efectos pueden ser, incluso, devastadores tanto personal como emocionalmente. Para aquellos que están pasando por alguna crisis como separaciones, despidos, enfermedad, problemas familiares o trastornos depresivos, más que una fiesta, en la Navidad, solo hay vacío y soledad. 

La ilusión es terapéutica, el exceso perjudica. Es por eso que es preciso regular las expectativas y no esperar a encontrar la felicidad en las fechas navideñas. Recibirlas como una fiesta más, no esperando que, por arte de magia, se llenen los vacíos emocionales. Hacer frente a los vacíos afectivos sin la necesidad de excesos de compras, comida, regalos o la preocupación de si son muchos o pocos aquellos con quienes se comparten las fiestas. 

Y si eres de los, las o les, a quienes no les gusta la Navidad, no te sientas mal por ello. Cada uno es libre de pensar y hacer lo que le guste en esta época del año. Intenta disfrutar dejándote llevar por el ambiente, sin la obligación de estar felices y contentos. Date la oportunidad para pensar en quienes quieres y sorprenderles con un pequeño regalo, si es el caso, no estamos obligados a hacer grandes regalos solo porque sea Navidad. No convertir la oportunidad de estar con quienes queremos por la obligación de compartir una mesa, solo porque es Navidad. Si aceptamos, con una mirada apreciativa, que cada cual tiene una manera diferente de ser y estar, la convivencia será más fácil, nuestro bolsillo se resentirá menos y podremos pasar una Navidad mejor.  

Y aunque las luces (de la Navidad) se apaguen, tu seguirás brillando si eres compasivo con tus sentimientos y no sientes la obligación de estar permanentemente contento. Si eres agradecido con lo vivido y disfrutas de la época ajustando tus expectativas, para no acabar irritado, cansado, triste o decepcionado. Porque la Navidad no es esa fecha mágica que todo lo puede resolver. Es preciso revisar nuestro interior para buscar, en caso necesario, aquello que nos atormenta y conocer lo que nos limita para iniciar el cambio que nuestra vida necesita. Y siempre, contar con apoyo psicológico es de gran ayuda para reorientar nuestro destino y alcanzar nuestro deseo.


Imagen: Rosa Rosado

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