Violencia de género – Historias (cortas) de cuarentena

Porque detrás de cada síntoma siempre hay una historia.

Los factores de riesgo de la violencia de género se potencian en un estado de confinamiento por las dificultades añadidas de denunciar o de pedir ayuda en esas circunstancias. Algunas mujeres han tenido que convivir con la persona que les está maltratando, optando por la sumisión como única estrategia posible. 

Lucía tiene 44 años, un día tuvo que dejar a su familia de origen, una hija y una hermana que quedaron allá, en otro país, a la espera de un futuro mejor al que Lucia aspiraba cuando decidió partir en busca de un sueño. Sin ingresos, desde el estado de alarma y el confinamiento, porque no han sido renovados sus contratos en dos (precarios) trabajos parciales en los que estaba ocupada. 

Estaba viviendo como pareja de hecho con un hombre divorciado de 58 años que tiene una hija de 28 años, quien nunca ha aceptado la relación de su padre con Lucía y se ha interpuesto manipulando cualquier situación y alimentando cualquier discusión de la pareja (en palabras de Lucía). 

En una de las discusiones de pareja, él intento agredir a Lucia. Ella se asustó por el nivel de agresividad y llamó a la policía. En ese momento tanto padre como hija comenzaron a agredirla físicamente (algunas patadas cuando estaba en el suelo, dice).  Cuando la policía llegó a la casa ella presentaba signos evidentes de la agresión y aún así no quiso presentar una denuncia, porque piensa que en el fondo él no es agresivo y además es una persona diabética que necesita de cuidados. 

La policía le instó a que abandonara la casa, dejando allí todas sus pertenencias. Tiene miedo de acercarse a recogerlas porque él le está amenazando mediante mensajes, con la pérdida de derechos que tiene como pareja de hecho. Ahora está compartiendo una vivienda, en una habitación que apenas tiene ventilación, con otras dos personas. No tiene relación ni contacto con las personas que convive ahora (dice que le cuesta un poco socializar) y se siente sola y muy triste, llora continuamente y siente una fuerte presión en el pecho. Duerme mal y apenas come. Se encuentra medicada por un problema anterior de tiroides. 

Intervención:

Al margen de una escucha como en cualquier sesión de contención psicológica, Lucía necesita asesoramiento para temas legales (situación laboral) y para cuestiones relacionadas con la violencia de género. Se le proporciona información para que de manera gratuita pueda consultar.  

Sería conveniente definir objetivos terapéuticos mediante un programa de intervención psicológica con mujeres que han sufrido violencia machista, objetivos que incluyan la valoración del riesgo, la percepción de maltrato, el empoderamiento, la sintomatología clínica y los cambios en el área social. 

Desde una perspectiva psicosocial se impone un análisis en profundidad del origen de la violencia de género como manifestación de las relaciones de poder entre hombres y mujeres que ha imperado a lo largo de la historia, tendente a la dominación de la mujer por el hombre, a una discriminación contra la mujer y a impedir el pleno desarrollo de las mujeres. 

Hay un desequilibrio de poder en la relación que se expresa y se visibiliza a través de la condición y de la posición de ambos. Una condición material de pobreza o nivel adquisitivo (condiciones en las que vive) y una posición por el rol que ocupa en la familia o en la pareja (poder o sumisión).  

Muchas mujeres (cada vez menos) no quieren denunciar la agresión y adoptan una actitud pasiva (a veces, la policía adopta una posición de desmotivación a la víctima para que denuncie, como podría ser el caso), imponiéndose el ciclo de la violencia, que según Leonore Walker tiene diferentes fases, para explicar cómo se produce y se mantiene la violencia en la pareja. La fase 1, de acumulación de la tensión da paso a la fase 2, de explosión o agresión para llegar (si no hay denuncia en esa fase) a la llamada “luna de miel” que es cuando el agresor muestra arrepentimiento y pide perdón mediante estrategias de manipulación afectiva (regalos, promesas…). Y vuelta a empezar. Aunque el ciclo varíe en intensidad o duración, el tiempo entre fases es cada vez más corto. 

Recuerda, como mujer, que la violencia no siempre es física o sexual. El control, el aislamiento y la intimidación son también signos de violencia contra la mujer. No estás sola, eres dueña de tu vida, tienes derecho a decir NO, haz frente a la situación y busca apoyos. Y aunque el proceso pueda ser duro, sentirás que esa decisión es la que puede cambiar tu vida. 

Nota:

Los nombres de las personas de estas historias de cuarentena son inventados, aunque sus historias son reales, contadas a través de la línea telefónica, durante el confinamiento del covid-19. 


Imagen : Rosa Rosado

2 respuestas a “Violencia de género – Historias (cortas) de cuarentena

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